Centro América
DESINTEGRACION DE CENTROAMERICA
Al
llegar los conservadores al poder en el Estado de Guatemala, con Mariano de Aycinena en 1827, tropas salvadoreñas
apoyadas por guatemaltecos liberales irrumpieron en Guatemala, lo que dio inicio
a las guerras civiles. Manuel José Arce renunció
el 14 de febrero de 1828 y en su lugar quedó el vicepresidente Mariano
Beltranena, otro conservador.
En la formación
del Estado-nación, con un sistema federal para garantizar la autonomía
provincial, no cabía la figura de un ejecutivo con don de mando, aun cuando
éste fuera provinciano y perteneciera al partido liberal. La unión federal era
ficticia, pues la relación centro-periferia de la época colonial se repetía en
el sistema post-independiente, al seguir identificando a Guatemala con la sede
del poder central.
Cada provincia
pasó a administrar sus propios asuntos e ignoró la autoridad central. Los
gobiernos estatales se apropiaron de los ingresos aduanales y el gobierno
federal subsistió gracias a los recuros que le deba el Estado de Guatemala.
Surgieron fuerzas armadas locales que se combatieron entre sí e intensificaron
irreconciliablemente las tendencias centífrugas.
En Honduras
surgió un caudillo liberal, Francisco Morazán,
quien en un intento por mantener la unión de Centroamerica, disputó, luchó y
controló la arena política y militar durante más de una década. El 13 de abril
de 1829, Morazán irrumpió en Guatemala con las fuerzas armadas unidas de
Hondureños y Salvadoreños en Guatemala y asumió los poderes absolutos.
Encarceló y exilió a los líderes conservadores, entre ellos a Arce, Aycinena,
Beltranena y al arzopispo Casaus y Torres.
Más adelante,
en 1830, se convocó a elecciones para elegir Presidente Federal y obtuvo el
triunfo el General Morazán. Sus concepciones políticas eran muy superiores a su
tiempo y a las condiciones de Centro América. Al final terminó enfrentandose
con los conservadores y aún con sectores liberales.
En 1837 se
desató en el oriente de Guatemala una rebelión popular, jefeada por el líder
mestizo Rafael Carrera, quien representaba la
expresión de una fuerza social revolucionaria contra las reformas modernas,
impopulares y anticlericales del gobierno liberal del Jefe de Estado de
Guatemala, doctor Mariano Gálvez. Dichas fuerzas
derrocaron al régimen galvista el 1 de febrero de 1838 y llevaron a la
desintegración de la República Federal de Centroamérica y a la restauración del
gobierno conservador. Carrera logró expulsar a Morazán y controlar la
orientación político-ideológica de los demás estados de la región.
Desde que el
general Francisco Morazán fue derrocado, se presentía que muy pronto se
rompería el Pacto Federal. La mayoría de los Estados centroamericanos pedían la
reforma de la Constitución de 1824, por considerar que ya no se adaptaba a la
situación política existente.
El 30 de abril
de 1838, Nicaragua decretó su separación de la Federación. El 30 de mayo de
1838 la Asamblea Legislativa decretó la libertad de los estados de actuar como
quisieran. El 7 de julio, el Congreso Federal declaró a los Estados libres,
soberanos e independientes. El 20 de julio, el mismo Congreso clausuró sus
sesiones y, el 1 de febrero de 1839, dejó de existir la Federación de
Centroamérica.
La
desintegración política de Centroamérica obedeció a factores diversos y causas
complejas. Entre algunas de ellas podemos mencionar: la poca comunicación debido
a la configuración geográfica montañosa; el fuerte sentimiento de rechazo hacia
los grupos económicamente poderosos capitalinos; la inexperiencia política
hacia una patria grande, nación o república centroamericana; las rivalidades
entre las provincias y los políticos, la falta de voluntad política y la
disputa por el poder entre las oligarquías locales; etc.
La República
Federal de Centroamérica fue el resultado de la creación de un poder unitario
ficticio, favorecedor de la continuidad de la vida parroquiana de las élites
provinciales que, en aras de su autonomía, sacrificaron la unidad
centroamericana. Las fuerzas centrífugas latentes, que desde un principio
rechazaron conscientemente la instauración de un sistema político unificado y
centralista, por significarles la continuidad del sistema colonial, tendieron a
la formación de entidades nacionales particulares.
Centroamérica
es, pues, un espacio geográfico que alberga en su territorio diferentes
pueblos-naciones, aun cuando solemos hablar de nacionalidades, como la
guatemalteca, salvadoreña, hondureña, nicaraguense y costarricense. Si se
considera al centroamericano como un sujeto histórico, cultural y político, la
consecución de una verdadera unión política y económica deberá basarse en la
razón y la voluntad política y no en el discurso, que hasta la fecha ha dado
pocas muestras de efectividad para unir a los pueblos-naciones del istmo en un
Estado-nación centroamericano.